3 de noviembre de 2018

Cero con uno, de noventa

No sé en qué momento del camino te perdí. Lo creía con luz, con piedrecitas que formaban recuerdos al pasar. Lo creía feliz con las sombras propias de los árboles cuando atiza el sol y cae el sudor por el caminar. De verdad, lo creía bonito, real y fiel. Nunca pensé en una noche oscura ni en una ciudad sin aceras por las que pasear con esquinas acechantes y olvidando todo al torcer. Se calló un mito que quedó en eso. En lo utópico que resulta una amistad cuando acaba.

¿Sabes del verso de esa canción que tanto me gusta? Sí, supongo que sabes el cantante, pero te comento: “duele más un desamigo que un desamor”. Así es. De ese triángulo que se mecía sobre ti ya no queda nada. Pero me duele tu arista. Más que ninguna otra. Más que la nube y el sol. Más que las 2 de la mañana me duelen las tardes varados sin hablar. Más que todo, me duele la nada que ha quedado. 

Sé que me recuerdas y que jamás me olvidaste. Sé que mi nombre ha llegado a tu oído como espinas en la rosa más bonita. Quizá sepa que no solo tu oído ha tocado cada una de mis letras. También tu boca, tu lengua y esos dientes que tanto cuidas. Hay otros sentidos que aún no han tenido ese placer, o experiencia, o han sido capaces de acariciar al recuerdo.

Quizá aún tus pulmones no se hayan vaciado del aire tóxico que tus labios decían respirar. Quizá tu cabeza aún no sabe que el futuro te deparará aún un silencio mayor. Quizá tus pies no obedezcan a todos tus otros sentidos y marchen hacia un camino que tú no quieres.

Eso rodea mi cabeza y escupe pensamientos que yo no quiero. Eso hace tambalear mis sentidos por el puzle inacabado de los recuerdos. Pienso que todo se quedará en un ‘quizá’, en un ‘quién sabe si…’, en un ‘nunca sabrás’. 

Y así, sin ir más lejos. Te vas dando cuenta que nunca estuvimos al 100%, pero sí en un 90%. Ese noventa que párrafo a párrafo se convierte en 10%.

Ese 90% que quizá, acabará en 0%. En puntos suspensivos, sin contabilizar ni una palabra. Sin ningún acento, ni verbo.

Sin recuerdo… Sin final, ni un te echo de menos.

[…]

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