30 de junio de 2018

La raíz del soneto

Quizá sea eso. Un mero mar de versos perdidos por las aguas del quizá. Los ríos que se encaminaban a un mar muerto y se han evaporado cayendo en otro océano de calma y a veces tempestad. Aquella barca encallada ya no tiene donde remar. Ha cambiado, ha zarpado - en sueños - hacia el lugar ilógico del que nunca sabe de nada pero le echa corazón y arrojo. Quizá sea eso, sí. Que lo lógico de la duda se haya convertido en verso. Que aquellos números primos hayan pasado por la raíz del soneto. Tampoco sé cuando aprendí sobre ello. Ni tan siquiera cómo. ¿Debajo de qué flexo? No estaba rodeada, tan solo por los cuentos en una cabeza capaz de apostar por un imposible a base de espejismos, manidas ideas sin tan si quiera un sueño. Todo se explicaba con reglas, ¿qué va a ver distintas soluciones si estamos hablando de ciencias? Eso es, ante el espejo una niña que veía en clave de x, cuando en realidad era y, otro tema, otros tiempos. Cambios de miradas, cambios de forma ante el espejo. Con la vergüenza de la que un día quiso construir puentes, sillas y puertos, con el orgullo de ser capaz de más que todo eso. Con el orgullo de construir consciencia cuando ni tan si quiera la tengo. Con la pasión de encaminar una vida con bases divisibles en muchos puntos sin un mismo destino ni momento. Quizá el porqué se quedó clavado en esa mesa, en el verde que te quiero, en un asesinato furtivo de orgullo basado en la tempestad de la guerra y el miedo. Quizá la razón nunca sea eso y se convierta en el arjé disfrazado de meta o simplemente en el motivo de salida de escape de una vida que nunca supo ni quiso basar su comienzo en las letras de un mundo que reza por ser explicado a base de ecuaciones sin dejar volar una mera pizca de sentimientos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario