13 de septiembre de 2014

Carteras vacías de recuerdos

Qué poco sé de la vida. Qué poco sabe la gente de ella. De sus idas, sus venidas... su constante frenesí. Qué poco se sabe del saber. Qué poco miedo se tiene a la ignorancia, qué rechazo se hace al entender, al respetar, al escuchar. Perdemos la vida mirando de reojo, centrándonos en cosas tan banales como la belleza, o la anchura de la cartera. Llegamos a la vejez sabiendo pronunciar palabras sin saber su significado, aún peor, sin sentir lo que hay detrás de esas letras. Nos fundamos en ladrillos intentando que no nos destrocen por dentro, porque no confiamos, ni tan si quiera, en el propio ser humano. Malviviendo para trabajar, sin trabajar para vivir. Atentos en todo momento a opiniones de otros, nunca escuchando a nuestro instinto, a lo que nosotros queremos, sin respetar si quiera nuestras ideas o pensamientos. Andamos con la cabeza a gachas, buscando la felicidad en bolsillos ajenos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario