25 de mayo de 2014

Buen vino

No hace falta lágrimas para expresarlo, pero siempre salen solas. Por todo, por todos. Es el cariño demostrado durante mucho tiempo, el apoyo, las palabras y los hechos, los diversos estados de ánimo, las caídas, cada montaña rusa, cada cuesta arriba, cada abismo y bajada en picado... Es un adiós, pero quizá y espero un hasta luego. Un camino acabado, un sendero agotado a base de mucho esfuerzo. Es una botella de buen vino gastada, quedándote siempre con ganas de más. Un fado a solas, y nunca un paso atrás. Una canción, dos besos, tres vaivenes, cuatro caras, cinco buenos días, seis años, siete giros... Mil sonrisas más ocho lunas. Un océano a nado, mares con olas, surf a garrotazos. Abrazos compartidos y versos divididos. Correo hacia ti desde el otro lado del mundo. Fiel pensamiento a través de un terreno sereno pero inseguro. ¿Repetir? Un sí rotundo. Dominó, puzzle, cada paso bien marcado. Ramos de rosas formando jardines, gotas de agua formando charcos. Un pudo ser y fue, un va a ser y será. Veleros perdidos y encontrados, todo lo que esas paredes callarán. Burbujas sobre el cielo, zarzas a ras de suelo o pájaros cogidos al vuelo. Gigantes hechos pequeños, gnomos poco a poco creciendo. Toda una etapa a su lado, una parte de vida que ahora parece solo un rato. Recuerdos a montones, cuerdos por los rincones como lerdos buscando perfecciones. Aúllo sola, en un pasado al que nunca volveré pero que en mi cabeza se ha quedado. 

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