15 de mayo de 2014

Tercera persona del singular

No era solo de papel, era verdad, la historia en prosa se había transformado en realidad. No había diferencias, ni espacios vacíos de palabras, ni silencios que se llenasen con un soliloquio continuo, contiguo. Había paz en medio del desorden, había luz, calma, un grato olor a primavera. Era un abrazo, el calor de la chimenea un 1 de enero. Era Sevilla y Madrid, tiempo y espera, color y gris, equilibrio. Un brote de semilla, una gota de agua en cada hoja, una raíz bien agarrada. Veinte minutos en media vida, cinco horas apoyada en tus pecas, un solo valor de infinito en tus caderas. Un yo en mi yo, un conjunto necesario. Un radical en medio del colon, una lluvia de estrellas original y única. Toda una vida compartiendo la misma tercera persona del singular.

No hay comentarios:

Publicar un comentario