31 de mayo de 2014

Juntos podemos

Se sentía en casa. Largos pasillos habitados por gente desconocida, no le importaba. Cada acera la sentía suya, cada esquina, cada coche, cada paso de cebra... conformaban su vacía vida. Anhelaba un techo, pero sonreía viendo el soleado cielo que le abrazaba. Decidió no ser de esas personas que dicen llevar su casa a cuestas, la ciudad la lleva a ella. No me digas cómo, pero siempre que la veo está sonriendo. No tiene casi nada, no tiene cama, lecho ni techo... Está llena de esperanza, cree en el otro y en sus posibilidades. Agradece al máximo cada detalle y exprime cada euro. No te preocupes, amiga, que juntos, de ahora en adelante, PODEMOS. 

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