Sonetos que no son nada,
versos que lo dicen todo,
notas bañadas en oro,
tinta grabada de escarcha.
Noches fugaces que calan
y caricias desde el polo
opuesto al corazón loco
del hombre que siempre me ama.
Sábanas blancas de hotel,
mi piel caída en tus caderas,
firmes, movidas al viento.
Nadie está a tu nivel,
provocas en mí cegueras,
amor, no sabes qué siento.
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