11 de enero de 2014

No tengo con quién pagar tu dulzura

Que ya sé las tonterías que me monto al no tenerte a mi lado, ya me explicaste todo eso del amor, eso de que no está hecho para nosotros, eso de que no somos ni seremos capaces de conjugarlo con un tu y yo. Pero es que no sabes bien lo que me pasa por dentro, no sabes lo que de mí has hecho. Soy el toro del torero y la flor al lado del niño... inevitable el dolor, imposible la ausencia de sufrimiento, como un destino ya seguro tejido por tus actos. Que nadie sabe el dolor de cuello que tengo por empeñarme siempre en girar la cabeza al marcharte, o que ya no puedo entrar en mi habitación de los sueños que hay... y tú conmigo. Que vale, personas hay millones, pero puta casualidad de que tu flecha me fuera dispara a mí, directa al corazón. Golpe seco. A veces, tengo miedo de perderte y de que caigas en brazos ajenos. Que pierdo, siempre pierdo. Te pierdo, soy egoísta, y no lo siento. Llevaba mucho tiempo guardando sentimientos, me propusieron sentir y desde entonces, desde que lo he probado, me es imposible no hacerlo. Ahora siempre necesito sentir algo. Que nadie sabe del guiño de tu ojo izquierdo al estar feliz, la arruga que se te hace en el pantalón al cruzar las piernas, o el lunar al este de tu espalda y al norte de tu oreja izquierda. De tu perfil derecho mejor no hablamos, que no estas delante y no tengo con quién pagar tu dulzura. Tus andares al despertar y tu último bostezo al acostarte, casi siempre a las cuatro de la mañana. Que no sé hacer otra cosa mas que mirarte. Dime donde puedo esconder las migajas de lo que siento. Te quiero, en todas las formas del verbo. En pesadillas te odio y, otra vez, al despertar, te vuelvo a amar.

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