7 de septiembre de 2012

La noche vio el resto

Todo empezó a principios de verano, por aquella época sólo eran palabras. Palabras bonitas, directas. Yo no tenía claro ni el sí ni el no. Pasaron tres, cuatro o cinco fiestas. Bailes, abrazos, miradas, pero no sólo con él, con todos. Desconcertante. Venimos de fiesta, 3 o 4 de la mañana. Me tumbo en aquel sofá, rojo por cierto. Música de fondo, como siempre. Se acerca, me sonríe y se tumba conmigo. Me abraza. Me mira, lo miro. Qué dulce. Sin pensarlo ya estaba sumida en sus labios. Esos a los que muchas veces atrás rechacé. A partir de ahí, la luna vio el resto mientras las estrellas comentaban.

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