3 de mayo de 2012

Aguanta amor

¿Me esperarás? ¿Podrás hacerlo? Eso pregunté. La respuesta venía de serie, ahora lo entiendo. Respondió lo que yo quería oír. Un sí decidido, un sí que encerraba muchas mentiras. Cuando lo tenía delante no podía pensar en las segundas intenciones, sólo en él. Sólo en quedarme tranquila con su respuesta; en creerle, siempre lo hacía. Era levantarme y querer oír su voz, dormirme y escuchar un buenas noches de su boca. El querer leer cada día un poema tras otro salido de su corazón, hacia mí, que era una simple niña más del montón. Algo que nunca me perdonaré es el tener miedo a que pasase algo más, el miedo al qué dirán. Ahora soy yo la que va detrás, a la que ignora. Fue un fallo. Supongo que se olvidará con el tiempo, o no. Creo que se cansó de mis tonterías de niña pequeña, era lo suficientemente inmadura para él.Todo sigue. Me podrá haber marcado de pequeña, con catorce o quince años, pero supongo que no hay nadie imprescindible, por lo menos él no lo es para mí, creo, de momento.

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