20 de abril de 2012

Encallada en su cintura

Era una noche en la que quise que el día acabase rápido. Decidí irme a dormir con la esperanza de perderme entre sueños sin fronteras. Abrí la cama, el pesar de su ida me comía. Habían pasado sólo cuatro horas del principio de mi ocaso. Me tumbé, seguía sintiendo mi cuerpo abatido. No hacía más que preguntarme si los años me ayudarían. No entendía nada, como tampoco conocía el porqué de tanta decepción sentida. Pensé en su última palabra. Esa dulce boquita pronunciando algo tan cruel, la misma boca con la que tanto tiempo compartió mis labios. Su 'no' resonaba en mi cabeza cada vez más fuerte. Por cada segundo que pasaba, el amor se convertía en ira. Me levanté de la cama de un salto, hasta a mí me sorprendió la fuerza con la que me impulsé. Me puse los tacones altos que me compró dos días antes, mi vestido de encaje blanco con el que le vi la primera vez y la barra roja de labios, la misma con la que aquella noche le dejé señal en su cuello. En menos de un minuto estaba en frente del espejo del salón; era yo, la que hace nada estaba deshecha. Vencí el anhelo y salí por la puerta de mi casa. Ese día abrían el local de moda para treintañeros bohemios y chicas dispuestas a divertirse. Paré un taxi, en veinte minutos ya estaba allí. Me acerqué a la barra. Sentado estaba un hombre guapo, bien puesto. Me invitó a un gin tonic, después fueron tres o cuatro copas más. Dejé de prestar atención a sus palabras, mis ojos sólo veían su rostro ya algo borroso. Sin saber cómo, me encontraba aferrada a su cintura. Éramos dos cachorros bajo unas sábanas blancas de hotel. Abrumada, salí de la cama pidiéndole perdón. Me vestí rápido y me marché del hotel. Hacía frio, creo, sólo me acuerdo de que en mi cabeza estaba su imagen, la del chico con el que estuve tantos años. Mientras andaba sin rumbo el sentimiento de culpa me invadía. Mis lágrimas se juntaron con la lluvia que caía.
No podía más, su recuerdo comía cada parte de mi racionalidad.

1 comentario:

  1. ese momento en que sabes que todo termino pero todavía te sentís propiedad del otro. la fidelidad hasta los huesos, aunque ya no haya acuerdos verbales ni papeles que afirmen el compromiso...

    ResponderEliminar