28 de agosto de 2011

La sombra del viento

-¿Le quieres o no?
Me ofreció una sonrisa que se deshacía por las costuras.
-No es asunto tuyo.
-Eso es verdad -dije-. Es asunto sólo tuyo.
Se le enfrió la mirada.
-¿Y a ti qué mas te da?
-No es asunto tuyo -dije.
No sonrió. Le temblaban los labios.
-La gente que me conoce sabe que aprecio a Pablo. Mi familia y...
-Pero yo casi soy un extraño -interrumpí- Y me gustaría oírlo de ti.
-¿Oír el que?
-Que le quieres de verdad. Que no te casas con él para salir de tu casa, o para dejar Barcelona y a tu familia lejos, donde no puedan hacerte daño. Que te vas y no que huyes.
Los ojos le brillaban con lágrimas de rabia.
-No tienes derecho a decirme eso, Daniel. Tú no me conoces.
-Dime que estoy equivocado y me iré. ¿Le quieres?
Nos miramos un largo rato en silencio.
-No lo sé -murmuró por fin-. No lo sé.
-Alguien dijo una vez que en el momento en que te paras a pensar si quieres a alguien, ya has dejado de quererle para siempre -dije.

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