18 de julio de 2011

Nadie comprendía el perfume

      Nadie comprendía el perfume
      De la oscura magnolia de tu vientre.
      Nadie sabía que martirizabas
      Un colibrí de amor entre los dientes.
       
      Mil caballitos persas se dormían
      En la plaza con luna de tu frente,
      Mientras que yo enlazaba cuatro noches
      Tu cintura, enemiga de la nieve.
       
      Entre yeso y jazmínes, tu mirada
      Era un pálido ramo de simientes.
      Yo busqué, para darte, por mi pecho
      Las letras de marfil que dicen siempre,
       
      Siempre, siempre: jardín de mi agonía,
      Tu cuerpo fugitivo para siempre,
      La sangre de tus venas en mi boca,
      Tu boca ya sin luz para mi muerte.

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